Sonrisas para ocultar lo que de verdad llevas dentro .
Sé que nunca te llegará esta carta, pero mi condena es escribirte, y luego…escribirte otra vez. Cada minuto te sueño, te recuerdo, te espero…pero al mismo tiempo mi alma se vacía al saber que no podrá ser. Que la distancia nos mantendrá separados hasta el final de los días. Que sólo existirás en mi corazón y hablarás en mi silencio. Cierro los ojos y deseo vivir en esa oscuridad donde puedo imaginarte…añoro tanto tu luz.
La soledad es muy mala. Una barrera indestructible me separa de ti y me ahoga. Escribo para pensar que así puedes oírme, que puedo explicarte como por ti…me muero de amor.
Cada minuto te sueño, te recuerdo y te espero.
Fin de mi carta. Alrededor: luz tenue. Frente a mí: gente curiosa que me mira. Gente diferente pero todos iguales al fin y al cabo. Les oigo y dicen: “Una mujer…”. Sí, una mujer, “Una mujer escribiendo una carta”, así me llaman…una mujer de óleo condenada a vivir en un cuadro
Darle fin a este sufrimiento, es solo una travesía destinada a ser imposible, pero juro, por esta grande humanidad, ya un poco desgastada y acabada, que podre llegar un día, a encontrar esa felicidad, que ronde mis días y pueda sonreír, a veces, sin motivo alguno.
Travesía imposible, esta dicho, esto es desesperante, lo único que quiero es acabar con el dolor, no volver a resistirme a la desaparición, quiero olvidar, y que me olviden.
Sentir como todo se acaba, poco a poco, diciendo fin.